El ataque de los muertos vivientes

La historia está llena de relatos fantásticos, algunos son verdad, otros son fantasía, o son una mezcla de ambos. En esta ocasión, contaremos uno de los acontecimientos más fantásticos (y terribles) que tienen que ver con guerra química, no solamente en la Gran Guerra, sino de toda la historia: El ataque de los muertos vivientes.

Toma tus palomitas de maíz, que esto se va a poner bueno.

Dos combatientes en el ring: Hindenburg contra el Zar

Para lograr entrar a la parte norte de Polonia, que en aquel entonces formaba parte del imperio ruso, los alemanes al mando del Mariscal Paul von Hindenburg intentaron asaltar la fortaleza de Osowiec, que se encuentra sobre el ferrocarril que va desde la antigua ciudad de Köningsberg en Prusia Oriental,hasta Bialystok, que sería la llave de entrada hacia Bielorrusia.

La fortaleza se encuentra en las márgenes del río Biebrza, por lo que es un punto fuerte en la región que no se podía rodear. Se encuentra en medio de densos bosques y pantanos. Los germanos intentaron tomar la fortaleza por primera vez en septiembre de 1914 y otra vez en febrero de 1915, pero fueron rechazados.

Entonces el 6 de agosto de 1915 llegó. Los alemanes amasaron una fuerza de alrededor de 14 batallones de infantería, que serían algo así como 7 mil soldados, más cañones y otras piezas de artillería.

Como la fortaleza ya había sido atacada con anterioridad, sus defensas ya no eran tan formidables como al principio. A las 4 de la mañana, aprovechando el viento a favor, comenzó un bombardeo de la fortaleza, con la artillería de costumbre, pero también con un arma que en aquel entonces se encontraba en su infancia: Gas.

Un espectro cae sobre la fortaleza

Los alemanes lanzaron toneladas de gas cloro, mezclado con bromo, sobre la fortaleza de Osowiec. Fue entonces que el infierno se desató. Los pastos que tocó el gas verde oscuro se volvieron amarillos y negros. Las aves dejaron de cantar, las ranas de croar, los insectos de silbar. En el lugar donde se encontraban, morían al instante. Toda vida se segó por donde pasaba la guadaña de ácido clorhídrico que se formaba al reaccionar el cloro con la humedad del aire.

Los defensores de la fortaleza comenzaron a morir uno por uno, como insectos. No sabían qué hacer, porque era la primera vez que los atacaban con esa arma diabólica que caía sobre ellos. El gas se pegaba a la piel, a la tela y al metal.

El ácido clorhídrico es una de las sustancias más dolorosas, y posiblemente la última, que alguna vez pudiese respirar una persona. Todos los defensores de las primeras líneas murieron ahogados en su propia sangre. El ácido disuelve los tejidos blandos de los pulmones al entrar en ellos, la garganta, nariz, oídos, ojos y boca.

Cada bocanada de aire se volvía un suplicio más grande que la anterior. Uno a uno, fueron muriendo escupiendo sus propios pulmones, quemándose desde adentro, llorando sangre, desfigurados de manera horrenda. Pero bienaventurados los muertos, porque dejaron de sufrir al momento de perecer.

Los pobres desgraciados que estaban un poco más atrás, dentro de la fortaleza y la retaguardia, también sufrieron los efectos del gas, pero la concentración no fue tan grande como para ser letal.

¡Mi reino por un pedazo de tela empapado en orina!

Algunos de los suboficiales habían escuchado que los británicos se estaban protegiendo en el norte de Francia con trapos mojados. Otros escucharon que los empapaban, sí, pero con orina, porque supuestamente la urea de la orina neutralizaba el cloro.

Con la urgencia de quien siente a la muerte encima, los supervivientes intentaron protegerse. Se envolvían en harapos empapados de agua y orina. Pero eso no detuvo el despiadado ataque del gas.

Pronto, los harapos se fueron llenando de sangre, al comenzar a disolverse los tejidos de los soldados envueltos en ellos. De los de alrededor de 500 defensores, solamente unos 100 “sobrevivieron”.

Vörwarts! ¡Avancen!

Cuando los exploradores alemanes reportaron el cese de los gritos de terror y determinaron que el gas se había disipado, el alto mando alemán ordenó atacar. 7 mil alemanes avanzaron sobre Osowiec, sin ninguna resistencia.

Los germanos vieron con horror los efectos de esta nueva arma, porque las primeras líneas defensivas de sus enemigos estaban completamente diezmadas. Lo que minutos antes habían sido seres humanos, ahora eran masas sanguinolentas ataviadas con ropas ensangrentadas. Aun así, caminaban ya sin cautela, pues creían a todos los rusos aniquilados.

Al estar a tiro de la artillería de la fortaleza, los supervivientes comenzaron a repeler con ametralladoras y artillería a los alemanes, lo que desconcertó a los atacantes. En los flancos de la fortaleza, los rusos comenzaron a avanzar contra los alemanes. Esto inspiró a los heridos dentro de las defensas de la fortaleza a levantarse a pelear.

Y así fue que los muertos marcharon de nuevo

A bayoneta calada, los 100 sobrevivientes pesadamente comenzaron a cargar contra los alemanes. En el mejor de los casos, arrastrando los pies, en el peor, arrastrándose por el suelo. Gimiendo de dolor, envueltos en harapos que olían a orina y sangre, luchando por respirar, tosiendo y llorando sangre, escupiendo pedazos de sus propios pulmones, se lanzaban rabiosos en contra de los alemanes, buscando furiosa venganza por lo que les acababa de suceder. Se levantaron los muertos para volver a morir otra vez.

Ante esta vista digna de cualquiera de los círculos del infierno, la infantería alemana se detuvo en seco. 7 mil hombres fueron detenidos por 100. Mientras los de atrás seguían empujando, los de adelante se detuvieron, aplastando a los de enmedio. Y comenzó la retirada en desorden.

La aterrada tropa alemana pasaba por encima de sus camaradas, atorándolos en los alambres de púas y dejándolos a merced de las ametralladoras rusas en contraataque. El pánico se generalizó.

Las reservas rusas, aprovecharon el terror de los alemanes para montar un contraataque y expulsar a los alemanes de las cercanías de la fortaleza.

¿¡A poco!?

Así fue que un grupo pequeño de rusos detuvo a poco más de media división alemana. Al final, fue una pequeña victoria táctica para los rusos, porque tuvieron que abandonar la fortaleza poco tiempo después.

Y como en todos los acontecimientos sobre los que cae el velo de misterio, hay quienes dicen que es una vil y vulgar mentira, como el portal conservador español ABC, o quienes lo consideran una verdad innegable, como el sitio de divulgación de cultura rusa RBTH (en inglés). ¿Tú qué opinas? ¡Déjanos tu comentario!

Si quieres conocer los tipos de gas que se usaron en la Gran Guerra, los puedes encontrar aquí.

 

Para saber más:

Canal The Great War

Sabaton History: The attack of the Dead Men Parte 1

Sabaton: The attack of the Dead Men

Nota: Special Tactics no pretende adueñarse ni reclamar como propias ni las fotografías ni las fuentes consultadas para la elaboración del presente artículo. El presente tiene como propósito solamente la divulgación histórica.