El humano es un ser militar. Desde el inicio de la historia documentada, se encuentran los periodos divididos entre los de paz y los de guerra.
De ahí que, válidamente, la historia antigua y moderna se tenga como puntos definitorios el fin de alguna guerra o alguna batalla en específico.
Es por eso, que el fenómeno de la guerra es tan importante para el ser humano, aunque no sea el estadío que queramos vivir nosotros mismos o el futuro que queramos para nuestro hijos.
Defensa vs Ataque
Y desde que el ser humano ha participado en conflictos armados, ha tenido lugar una “carrera armamentística”, entre las armas y las protecciones de los hombres que participan en ellas.
Aunque el principio es el mismo, los requerimientos de protección siempre van un poco más atrás de las armas ofensivas. Cuando la protección supera las armas, entonces surgen otras nuevas, que puedan romper las nuevas defensas.
Palos y piedras
Si peleas con palos y piedras, quizá una suave y gruesa armadura de algodón o lino sirva como protección suficiente, mientras se acompañe con un escudo de madera. Si tienes dinero, quizá puedas permitirte unas protecciones de cuero.
En algún momento, a alguien se le ocurrió tallar rocas para hacer puntas, y esas puntas se las ponen a los palos y es así que obtienes lanzas y flechas. Entonces, la armadura de tela ya no es suficiente.
Poco a poco, la vasta mayoría las civilizaciones del súper continente Euroasiático-Africano pasaron de pelear prácticamente desnudos a armaduras de tela y cuero, para luego pasar al bronce, al hierro y finalmente al acero.
Pero no para todos
Curiosamente, las civilizaciones sedentarias de la América precolombina no pasaron por este proceso, porque si bien conocieron los metales y los trabajaron, les resultaba poco práctico hacerlo cuando en las inmediaciones de sus ciudades tenían a su disposición grandes cantidades de piedras volcánicas de obsidiana, que podían ser utilizadas como ornamentos y armas.
Regresando a Eurasia
Desde la antigüedad y hasta el inicio del renacimiento, las batallas en campo abierto se pelearon básicamente de la misma manera: Un grupo de escaramuzadores armados con piedras o lanzas asediaban al ejército enemigo, luego las infanterías medias y pesadas, con lanzas y espadas, se enfrentaban en el campo de batalla.
Dependiendo de cada cultura, la inteligencia de cada comandante y su conocimiento y uso del terreno del campo de batalla a su favor, las caballerías podían ser utilizadas como arma de reserva, de acoso al enemigo o como arma definitoria.
El equipamiento de la infantería
Es imposible, en un espacio como este, dar una reseña de todos y cada uno de los tipos de equipamientos (o gear, como se le llama en idioma inglés) que utilizaban los guerreros del pasado, así como describir todos los de los soldados del presente.
Sin embargo, podemos dar un rápido viaje por ejemplos representativos de diferentes épocas y lugares, para darnos una idea de cuál ha sido la travesía desde los tiempos cuando el hoplita griego dominaba el campo de batalla europeo, hasta los guerreros de fibra de carbono y kevlar de nuestros días.
Debe quedar clara una cosa: la eficiencia de un guerrero de entonces, como de un soldado de hoy, es encontrar un equilibrio entre su capacidad ofensiva con su capacidad defensiva.
Nos adentraremos en el equipo de cada época, a partir de nuestra siguiente entrada.
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