Durante milenios, la guerra se peleó a punta de bronce, hierro y acero frío. Sin embargo, siempre se intentó controlar el fuego como arma. Esto se logró, gracias a la pólvora.
La pólvora cambió la historia
En nuestra cotidianidad, escuchamos acerca de las armas de fuego: portátiles, simples, bonitas, mortales y peligrosísimas si no se sabe usarlas correctamente.
Estos artilugios, si bien no han dejado de hacerse nuevos avances, en ralidad han cambiado muy poco desde principios del siglo XX:
Un artefacto con una empuñadura, un mecanismo de disparo accionado por un gatillo, que acciona un martillo, que toca una aguja que acciona el fulminante, que provoca la deflagración de la pólvora y expulsa una munición desde un tubo de metal. Suena simple, ¿no?
Como muchos de los inventos, fue una casualidad
En el siglo IX de nuestra era, monjes taoístas de China estaban buscando un elixir para alargar la vida. Mezclando salitre, azufre y carbón, en vez de alargar la vida quizá cortaron más de alguna de un alquimista desprevenido.
La mezcla se quema extremadamente rápido, generando unas cantidades bastante grandes de gas en el proceso.
No pasó mucho tiempo antes de que los militares supusieran que si contenías esa explosión y la dirigías hacia un punto específico, obtendrías un arma muy poderosa.
Las lanzas de fuego
Alrededor del siglo XI, se llenaban las lanzas hechas de bambú con pólvora, y cuando éstas se prendían, lanzaban fuego. No había proyectil todavía.
Con el paso del tiempo, los militares chinos comenzaron a experimentar con distintos tipos de proyectiles: escoria de metal y pedazos destrozados de alfarería. Estas armas servían, pero tenían un alcance extremadamente limitado. El bambú debía ser reemplazado por otra cosa.
Los primeros cañones de metal
En el siglo XIII las hordas mongolas se lanzaron a la conquista del mundo. Si bien los chinos ya tenían algún tiempo utilizando las lanzas de fuego, éstas armas no les ayudaron para sobrevivir la invasión tártara.
En aquel entonces, los cañones podían tardar minutos en poderse cargar entre un disparo y otro, lo que era tremendamente inefectivo contra los ágiles ejércitos de nómadas montados.
Fue entonces que se empezaron utilizar las armas de fuego en los sitios a ciudades y fortalezas; esto, por parte de los defensores. También se usaban en batallas navales.
Entonces, llegó el poderoso Khan de Khanes
Cuando Kublai Khan conquistó China, los mongoles adoptaron muchas de sus costumbres, tradiciones y tecnología, especialmente sus armas.
Así, los mongoles conquistaron todo a su paso, desde Corea en el Océano Pacífico, hasta las planicies de Hungría. Siempre a la cabeza de su guerreros nómadas, pero también de las armas de fuego.
El arma de fuego no es europea… pero no parece
Con la llegada de las armas de fuego a Europa, los ejércitos de finales de la edad media poco a poco fueron utilizándolas en sus conflictos.
Si bien las murallas eras demasiado fuertes para aguantar la embestida de los proyectiles de los primeros cañones, con el tiempo fueron ganando más poder y mayor importancia tanto en el campo de batalla como en los asedios.
De esta manera, nacieron los arcabuces, que al paso de los años, evolucionarían hasta los rifles de asalto de hoy en día. De esta evolución, hablaremos en nuestra próxima entrada.
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