El golpe a la moral de la coalición internacional por haber dado la ciudad a la fuerza policial local, no ha dejado a sus comandantes indolentes.
Luego de que las fuerzas locales se pasaran al enemigo o desertaran, se ordenó la toma definitiva de la ciudad de las mezquitas.
Ésta sería la mayor batalla librada por los marines estadunidenses desde la guerra de Vietnam. Es la segunda batalla de Faluya.
Como lo vimos en nuestra entrada anterior, las fuerzas de la coalición occidental intentaron tomar la ciudad al margen del río Éufrates en abril de 2004.
Sin embargo la resistencia de los grupos insurgentes impidió a los invasores cumplir su cometido.
Luego de un mes de combates, éste se detuvo. El nuevo gobierno iraquí solicitó a la coalición que le fuera transferido el control de la ciudad a la llamada “Brigada Faluya”.
Sin embargo, con el tiempo los integrantes de dicha brigada terminaron por desertar o cambiarse al bando enemigo.
Así, los insurgentes lograron amasar unas fuerzas de alrededor de cinco mil hombres, al mando del reconocido terrorista Abu Musab al Zarqaui.
En noviembre de 2004, la “Operación Furia Fantasma” caería sobre la ciudad.
La Furia Fantasma
E 7 de noviembre de 2004, la primera división de marines se apostó en el norte de la ciudad.
Además, tanto norteamericanos como sus colaboracionistas iraquíes se pusieron puntos de control alrededor de la ciudad, para interceptar ayuda para los insurgentes y evitar que escapasen.
Esa noche, la coalición comenzó atacar posiciones en el oeste y sur de la ciudad, con el fin de distraer a los insurgentes y evitar que comprendieran desde donde vendría el golpe mayor.
En la madrugada del día siguiente, una división entera de marines con apoyo del ejército, la armada, británicos y colaboracionistas iraquíes, unos 15,000 efectivos, comenzaron a avanzar desde el norte hacia el centro de la ciudad.
Con buldóceres blindados, los marines limpiaban las calles que acababan de tomar de los escombros y vehículos destruidos por la artillería y el apoyo aéreo.
Comenzó un intenso combate casa por casa, donde los insurgentes explotaban las ventajas que corresponden al defensor, aplicando emboscadas y trampas para causar el mayor daño posible a la coalición.
Al alcanzar el Distrito Jolán, un solo batallón de marines había sufrido 265 bajas, de las cuales 19 habían sido muertos y los restantes heridos, lo que típicamente puede representar casi un 50% de bajas en un batallón.
Ante lo encarnizado de la lucha, el mando estadunidense decidió destruir edificios enteros con tanques y bombardeos aéreos, lo que maximizó la muerte de civiles inocentes que permanecían todavía en la ciudad.
La lucha se prolongó hasta enero de 2005, cuando las actividades hostiles finalmente cesaron.
Las consecuencias
La segunda batalla de Faluya es considerada como la mayor en la que participaron los marines desde la guerra de Vietnam.
Según cifras oficiales la coalición sufrió un total de 720 de bajas, entre muertos y heridos, siendo los estadunidenses los que tuvieron más ellas.
Por otro lado, se estima que fueron abatidos alrededor de entre 1200 a 2000 insurgentes, dependiendo de la fuente consultada.
Sin embargo, entre la población civil se reportan entre 800 y 6000 muertes, también variando a razón de la fuente.
Se destruyeron cerca de cincuenta mil construcciones en la ciudad, incluyendo escuelas, hospitales, mezquitas y viviendas.
Esta destrucción indiscriminada, causó el desplazamiento de unos doscientos mil residentes.
Además, se denunció el uso de fósforo blanco contra las tropas rebeldes. Asimismo, se denunció el uso de bombas incendiarias, lo que contraviene el Convenio sobre Ciertas Armas Convencionales de 1980.
¿Y todo para qué? ¿Todo para qué?
Aun cuando se buscó que la segunda batalla de Faluya representase una victoria decisiva para la coalición y sus colaboracionistas, esto no resultó así.
Aunque Faluya fue considerada como “pacificada” poco a poco la presencia insurgente comenzó a crecer nuevamente en los alrededores de la ciudad, al punto de que en septiembre de 2006 toda la provincia de Al Ambar se consideraba territorio controlado por los insurgentes.
Catorce meses después de la segunda batalla de Faluya, ésta había caído nuevamente en manos de la resistencia iraquí, lo que provocaría una tercera batalla por la ciudad.
La ciudad sería entregada al gobierno iraquí durante el otoño de 2007, para perder su control nuevamente en 2013, a manos del el Estado Islámico de Iraq y el Levante, una organización catalogada como terrorista, con vínculos con Al-Qaeda.
Y esto apenas va en 2005
Todavía nos queda un buen tramo de la guerra de Iraq y sus consecuencias todavía se sienten en el mundo en general hasta nuestros días, más de veinte años desde que ésta se inició.
Del resto de la guerra hablaremos en nuestra siguiente entrada.
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